miércoles, 21 de noviembre de 2007

Ejercicio tres

Todo lo que sucede en una narración sucede en el tiempo. Unas cosas antes y otras después. Parece, pues, que el orden natural para contar algo es empezar por lo primero y acabar por lo último. Pero no es necesario hacerlo así. Podemos empezar por el final o por el medio, y también ordenar los hechos con un orden que nada tenga que ver con el temporal. Pero debéis tener en cuenta que cambiar el orden en que se narran los acontecimientos es cambiar, en alguna medida, la historia.
Un ejemplo (quizá producido por el azar): Conocimos primero (vosotros no debíais ni haber nacido) a Lord Bader, malo entre los malos, y luego a Ánakin Skywalker; y nuestra visión de la generosidad, la entrega y el valor de este último se tiñó de un patetismo que no habríamos percibido si a la valerosa imagen del niño conductor de vainas no se superpusiera como un futuro inevitable la negra figura del Lord.

El ejercicio que tenéis que realizar es un relato que no empiece por el principio. (Digámoslo mejor: un relato cuyo principio no sea el principio temporal.) Los menos imaginativos podéis contar el cuento de El porquerizo, que leímos en clase, cambiando el orden de la narración. (Podéis empezar por la princesa llorando desconsolada fuera del reino, o por el momento en que el rey descubre a su caprichosa hija besando al vil porquerizo, o por cualquier otro momento.)

1 comentario:

Maestro de Mentiras dijo...

Un apunte cultural: No es "Lord Bader",sino Lord Vader,con V de Vurro